Cuando me contemplé en el espejo, hube de admitir que tenía un aspecto sobrecogedor y dramático.
Blandiendo el sable de plástico hacia Clyde, grité: "¡salir a la pasarela, almirante, ES UN MOTÍN!"
Esto, debería haberme dado cuenta, fue demasiado para su mentalidad literal y salchichesca. Se asustó muchísimo y procedió a atacarme con su tenedor como un chuzo. Evolucionamos por el garaje como dos espadachines como en una película particularmente inepta, durante unos instantes, tenedor y sable repiquetearon uno contra otro demencialmente...
John Kennedy Toole
La conjura de los necios
La conjura de los necios
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