En fin, ayer fue diferente, cada día me molesta más y me quema más por dentro el no decir bien alto que se está cometiendo una injusticia o hijoputada a mi alrededor. Se acercaron dos... digamos... "Romanos" (nunca fui bueno con las vocales) al vagón donde yo estaba tranquilamente leyendo, uno de ellos gigante y bien vestido, el otro pequeño, con gafas y cabecita redonda llena de malas intenciones. Se pone el de la cabecita redonda su chaqueta "colgada" del brazo a modo de capa de harry potter escondiendo sus hábiles manos, se acercan ambos a una pareja de guiris (felices ellos hablando en su idioma de las paradas de metro que quedan para llegar a la puerta del sol, sin pensar seguramente en la cantidad de cabrones que hay sueltos por el metro ansiando sus pockets), y en un abrir y cerrar de ojos, de cremalleras, y de bolsos, voilá, tu pasaporte en un país extranjero, el mucho o poco dinero que llevabas para la jornada o semana, y el amor y simpatía que destilabas hacia los simpáticos españoles, se va en manos de los "Romanos" (estos romanos están locos...por el bien ajeno).
¡¡No esta vez Petrus!! Sin hacer mucho caso al temblor de mis piernas y a la atenta mirada de Petrus, me acerqué a la mujer y en mi perfecto inglés le dije "I think they have your pocket", y ella, ladeando la cabeza como mi perrita cuando le dices algo que no acaba de entender (comparaciones aparte), me dice, excuse me? ... your pocket señora, they stole your pocket. (7 meses estudiando en Cambridge no me prepararon para una situación de riesgo, y quizás tampoco para no confundir wallet con pocket), así que después de entendernos mutuamente, la extranjera señora y su extranjero marido dijeron algo de Policeman y el de las manos hábiles señaló (aún me pregunto cómo no lo vi si no le quité ojo) la cartera que estaba en el suelo debajo de ella.
No os contaré pues bien lo sabemos todos, que después traté de alertar a la seguridad del metro para sólo conseguir el siempre adecuado "no podemos hacer nada".
Confío en que el león no me de un zarpazo cuando le quite a la cebra de la boca la próxima vez, hasta entonces seguiré siendo fiel a mis principios, y confío también que cuando alguien me vaya a robar en el metro, todos los que acostumbran a callar, esta vez no otorguen y levanten la voz.
Antevez
Con dos cojones.
ResponderEliminarMuchas gracias caballero, para servirle.
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