Trato de recordar sin éxito la primera vez que me vi envuelto dentro de uno, había oído hablar de ellos, incluso los había visto. Recuerdo la vaga explicación de ciertas personas que con poca maña trataron de hacerme sentir, como habían sentido ellos antes, aquella pasajera emoción de encontrarse, como reflejado en un cristal, abstraído de lo ajeno, sumido en los pensamientos que durante ese cierto vaivén se suceden en torno a uno.
Ahora que unas páginas reposan en mi regazo y el traqueteo del vagón es parte de mi, comprendo que esta experiencia no se puede contar.
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